NUEVA YORK_ Betty Crocker, el nombre que hoy evoca confianza en la cocina y marca de productos de repostería reconocida globalmente, no fue una persona real, pero sí la pionera de lo que ahora entendemos como influencer. Así lo detalla un artículo reciente que destaca cómo esta figura de marketing, creada hace más de un siglo, anticipó estrategias que dominan las redes sociales actuales.
El personaje de Betty Crocker nació en 1921 a partir de una apuesta de la Washburn Crosby Company —la empresa que años después se convertiría en la multinacional General Mills— para responder con cercanía y empatía a cartas de consumidores que preguntaban sobre cocina tras participar en un concurso. La firma decidió responder como si viniera de una amiga experta, bautizada como Betty Crocker, combinando un nombre cotidiano y un apellido tomado de uno de sus directivos.
Aunque Betty nunca subió selfies, hizo unboxing ni usó hashtags, su presencia se sintió a través de cartas, programas de radio y publicaciones que ofrecían recetas, consejos y soluciones prácticas para las cocinas de millones de hogares. En la década de 1930, su voz llegó a la radio en The Betty Crocker Cooking School of the Air, convirtiéndose en un canal directo de comunicación con las audiencias de la época.
Curiosamente, los productos que llevan su nombre —como mezclas para pasteles, libros de cocina y utensilios con la icónica cuchara roja y su firma— llegaron luego de que se consolidara la relación de confianza con el público. Más que vender ingredientes, Betty ofrecía seguridad y la promesa de buenos resultados en cada receta.
Hoy, cuando las marcas compiten por generar engagement, construir comunidades y ofrecer valor antes de vender, la historia de Betty Crocker demuestra que los principios de la influencia no solo se basan en visibilidad, sino en credibilidad y utilidad sostenida a lo largo del tiempo.
La historia de esta figura ficticia es un recordatorio de que la influencia va más allá de las plataformas digitales: nació con la simple idea de humanizar una marca y se convirtió en una estrategia replicada por generaciones de comunicadores.







