VALLEDUPAR_ Malas decisiones: de las directivas del Unión Magdalena, de la Policía Metropolitana de Santa Marta y del árbitro Wilmar Rondán en los 90 minutos. El Ciclón Bananero y el Junior de Barranquilla empataron sin goles en el clásico costeño que se jugó en el estadio municipal de Valledupar, donde el Unión jugaba de “local”, pero sus gradas fueron “rojiblancas”.
Lo que inició mal, terminó peor. Primero la Policía no fue capaz de garantizar la seguridad en Santa Marta, lo que provocó el malestar de las directivas del club, que se llevaron al equipo a otra ciudad a pasar pena.
Los Bananeros igualaron 0-0 con un Junior, que fue superior por partes, pero generó poco peligro en el arco defendido por Ramiro Sánchez. Los dirigidos por Harold Rivera tuvieron dos acciones claras para abrir el marcador, pero su efectividad todavía se encuentra de vacaciones.
En un clásico sin sabor, la jugada que pudo cambiar el encuentro fue cuando Wilmer Pacheco se lanzó al área cual jugador de voleibol y tocó el balón con la mano. Todos lo vieron. Roldán lo pitó, pero luego de revisar el VAR revirtió su decisión, según argumentaron en la transmisión de televisión, porque el balón provenía de un rechace de un compañero. ¡Qué desgracia!
Ya en los minutos finales, otra vez Roldán perdonó la tarjeta roja de Gonzalo Lencina por juego peligroso, al ponerle los taches en la cara al defensor bananero.
El Unión Magdalena no sabe lo que es lo que es ganar en este torneo y se acomoda en la última posición en la tabla del descenso. El próximo duelo será otra vez de visitante ante Boyacá Chicó el próximo 14 de agosto. El panorama no pinta bien para un equipo que genera amores y odios en su propia afición.