Columna del profesor e investigador universitario Jaime Alberto Morón Cárdenas.
El autor de estas líneas funge como secretario técnico del ORMET Magdalena, las opiniones aquí expresadas son de carácter personal y no institucional
Durante los últimos meses, el Gobierno distrital ha destacado la mejora de los indicadores laborales en Santa Marta. En su cuenta de X (antes Twitter), el alcalde Carlos Pinedo Cuello informó que “… En agosto la tasa de desocupación en la ciudad se ubicó en 8,5 %, por debajo de Barranquilla (9,7 %) y Cartagena (9,4 %). Además, la desocupación juvenil cayó 3,2 puntos y la informalidad se redujo en dos p.p. -puntos porcentuales-” (Pinedo, 2025; el énfasis es nuestro). Los datos confirman un avance moderado: la capital del Magdalena mantiene la tasa de desempleo más baja del Caribe y evidencia una recuperación gradual después de años de alta desocupación. No obstante, detrás de esas cifras persisten rigideces estructurales que impiden interpretar el resultado como un triunfo definitivo.
En 2025, la tasa de desempleo pasó de 9,8 % en enero–marzo a 8,7 % en febrero–abril, 7,7 % en abril–junio y 8,1 % en mayo–julio, hasta cerrar en 8,5 % en agosto (DANE, 2025a). La Tasa Global de Participación (TGP) se mantuvo cercana al 58 %, unos cinco puntos por debajo del promedio nacional de 63,9 %, y la Tasa de Ocupación fue de 54,4 %, también por debajo del 58,4 % nacional (DANE, 2025a). En otras palabras, hay más empleo que hace un año: unas 7.000 personas ingresaron al mercado laboral. Según estimaciones de la Alcaldía (2025a), la tasa de colocación subió de 41,5 % a 60,8 % en un año. Sin embargo, gran parte de la población sigue fuera de la fuerza laboral y muchos de los nuevos empleos son informales o sin estabilidad.
Comparada con otras ciudades, Santa Marta muestra un desempeño relativo favorable. En agosto la tasa nacional fue de 8,6 %, Barranquilla 9,7 % y Cartagena 9,4 % (DANE, 2025a). No obstante, el 58 % de los ocupados continúa en la informalidad, la participación femenina se ubica en 46 % y el desempleo juvenil duplica el promedio general. En el componente juvenil, entre enero y agosto de 2025, la desocupación osciló entre 19,8 % y 14,7 %, alternando por encima y por debajo de la media nacional (ORMET Magdalena, 2025). Pese a esa reducción, más de un cuarto de los jóvenes entre 18 y 28 años permanece fuera del sistema educativo y laboral; el 78 % de los desempleados jóvenes son mujeres (Arévalo, De la Torre y Morón, 2025). La tasa femenina supera el 11 %, frente al 8 % masculina, y uno de cada doce ocupados se declara subempleado (DANE, 2025a).
La informalidad sigue siendo el principal obstáculo. Aunque disminuyó de 60 % a 58,3 %, seis de cada diez trabajadores carecen de contrato o seguridad social (ORMET Magdalena, 2025). En el Magdalena el fenómeno es estructural (Orozco y Portillo, 2025). De acuerdo con el Consejo Privado de Competitividad (2025), el 77,8 % de los trabajadores del Departamento se encontraba en la informalidad en 2024, mientras que el 62 % eran cuenta propia, reflejando la débil estructura productiva y los bajos niveles de formalización. El tejido empresarial es 96 % microempresarial; casi la mitad de los ocupados no tiene vínculo escrito y solo 1,2 % accede al empleo mediante el Servicio Público de Empleo; el 22 % lo hace por redes informales (Consejo Privado de Competitividad del Magdalena, 2025). Estas cifras confirman que, sin un proceso sostenido de formalización, capital humano y diversificación productiva, la reducción del desempleo puede ser más reflejo de desaliento que de dinamismo real.
Para enfrentar estas rigideces, la administración distrital ha impulsado la estrategia Ruta 500+, concebida como palanca de dignificación laboral dentro del marco del quinto centenario de la ciudad. A partir de una informalidad calculada en 62,3 %, la estrategia contempla la creación de la Agencia Pública Distrital de Empleo —ya autorizada ante el Servicio Público de Empleo nacional— para registrar, orientar perfiles formativos y remitir candidatos con enfoque incluyente (Alcaldía de Santa Marta, 2025b). Se reactivó el ORMET con la Universidad del Magdalena como secretaría técnica y se lanzó el Observatorio de Estudios Económicos y Culturales (ODECS). La estrategia no solo conmemora los quinientos años de la ciudad; también operacionaliza la política de empleo acercando oferta real y articulando actores en torno a la dignificación del trabajo samario.
El enfoque de la Ruta 500+ se articula con la Política Pública de Trabajo Decente 2021–2032 (Decreto 404 de 2023) y potencializa la Política de Emprendimiento e Innovación (Acuerdo 012 de 2024), que promueven empleos de calidad, formación técnica, emprendimiento productivo y economía popular. Ambas políticas fortalecen la estructura de gobernanza local mediante la coordinación entre la Secretaría de Desarrollo Económico, la Cámara de Comercio, Cajamag, el SENA y las universidades locales, orientando sus esfuerzos hacia la generación de ingresos sostenibles y la transición de la informalidad a la formalización.
La Cámara de Comercio de Santa Marta ha reforzado estos esfuerzos con ruedas de negocios y programas de fortalecimiento empresarial. En 2024, el evento Conéctate con el Magdalena reunió a 200 empresas, generó 341 reuniones y 97 alianzas, con negocios por 35.000 millones de pesos. En 2025 amplió el alcance hacia turismo y otros sectores, consolidando la ciudad como nodo para micro y pequeñas empresas. Cajamag, por su parte, ofrece servicios gratuitos de intermediación, capacitación y programas de inclusión (Innova Fortalecimiento Empresarial, Magdalena sin Barreras).
La Universidad del Magdalena, a través del ORMET y el CUEE Sierra Nevada, ha participado en informes que alimentan decisiones públicas. Su Centro de Innovación y Emprendimiento ha acompañado 64 iniciativas empresariales, creado 77 empleos y movilizado 1.359 millones de pesos en capital para emprendedores (Universidad del Magdalena, 2025). Además, impulsa la formación dual —educación y práctica empresarial— para mejorar la inserción laboral de jóvenes y técnicos en sectores de turismo, energía y logística.
En la agenda de proyectos estratégicos se destacan cuatro apuestas con potencial de transformación. La primera es el proyecto Sirius, liderado por Ecopetrol y Petrobras, con una inversión estimada de 4.000 millones de euros. El Gobierno Nacional busca culminar las consultas previas en 2026 e iniciar producción antes de 2029 (Velandia, 2025). Su desarrollo generará empleo especializado en ingeniería, servicios energéticos, manufactura y logística portuaria en la región Caribe. Según El Espectador (2025), la contingencia por mantenimiento de la planta de Cartagena reveló la vulnerabilidad del sistema energético nacional y los riesgos asociados a la dependencia de importaciones.
La segunda apuesta son las plantas desalinizadoras, declaradas de importancia estratégica mediante el Documento CONPES 4159 (2025), con aval fiscal del CONFIS por 786.032 millones de pesos para el periodo 2026–2030. El proyecto busca reducir el riesgo de desabastecimiento hídrico del distrito y garantizar el acceso a agua potable mediante infraestructura de ósmosis inversa, energías renovables y gobernanza interinstitucional (Departamento Nacional de Planeación [DNP], 2025). En una ciudad donde la escasez de agua limita la expansión hotelera y residencial, la desalinización se proyecta como alternativa para garantizar suministro sostenible y atraer inversión turística de alto valor, en consonancia con la política Unidos por la Naturaleza (MinCIT, 2025).
En tercer lugar, se resalta la alianza con Cenit Transporte e Hidrocarburos, que cofinancia proyectos orientados a reducir la informalidad empresarial y fortalecer la infraestructura productiva local. La cuarta línea corresponde a la formación dual extendida, que vincula empresas, universidades y centros de formación para articular aprendizaje con empleo. En sectores como hotelería, gastronomía, energía renovable y transporte, esta modalidad está demostrando eficacia: cerca del 40 % de los jóvenes capacitados logran inserción laboral en los seis meses siguientes (Ministerio de Trabajo, 2025).
Un proyecto energético como Sirius, junto con estas estrategias de formación y sostenibilidad, puede convertir a Santa Marta en epicentro de empleo calificado. Pero esa transición requiere institucionalidad sólida y recursos estables. La Secretaría de Desarrollo Económico y Competitividad enfrenta una tensión persistente: su presupuesto es limitado frente a sus amplias responsabilidades (empleo, emprendimiento, competitividad). En 2025 el presupuesto total de la ciudad ronda los 1,5 billones de pesos, pero el componente destinado a políticas activas de empleo sigue siendo marginal, lo que obliga a depender de alianzas externas, cooperación nacional y actores locales. El ORMET Magdalena, por ejemplo, perdió financiamiento nacional y subsiste con aportes locales (Cámara, Cajamag, universidades), lo que evidencia la incertidumbre financiera para sostener políticas de empleo en el largo plazo.
Santa Marta ya no apuesta únicamente al buen clima, al turismo o al mito del realismo mágico. Sus políticas de empleo y emprendimiento comienzan a consolidar un tejido institucional más robusto, respaldado por alianzas y proyectos estratégicos de escala nacional. La reducción del desempleo no responde a un milagro, sino al trabajo conjunto entre gobierno, gremios y academia. Sin embargo, el mercado laboral continúa frágil: la calidad del empleo y las brechas de género persisten como desafíos. Según la OECD (2025), en Colombia los retornos a la educación superior son del 150 % frente al nivel secundario, pero con alta desigualdad, lo que resalta la necesidad de capital humano pertinente y políticas de formación adaptadas al mercado regional.
La coincidencia entre políticas de empleo, energía y sostenibilidad es determinante. Si la ciudad desea transformar la reducción del desempleo en una tendencia permanente —un hecho estilizado y no un destello de coyuntura— deberá fortalecer su marco institucional, asegurar continuidad presupuestal y proyectarse con visión de largo plazo. Solo así el desarrollo dejará de ser un espejismo y se convertirá en una narrativa tangible para los samarios.