TURBACO_ Un día de 1985, Javier, conocido en el pueblo como “Gallito” e interpretado por Carlos Vives, entró sudado y con los guantes puestos, irrumpiendo en la sala de su casa con una pasión desbordante. “Mami, necesito una camisa nueva y el pantalón azul. La niña Mencha llegó a Cartagena y voy a recogerla”, declaró con fervor, marcando así el inicio de ‘Gallito Ramírez’, una telenovela que dejó una huella profunda en la televisión colombiana.
Estrenada el 11 de agosto de 1986, esta obra de Caracol Televisión, basada en la novela ‘El Flecha’ de David Sánchez Juliao, ganó ocho premios India Catalina en 1987. Margarita Rosa de Francisco, quien interpretaba a Carmenza Lavalle Borda, más conocida como Niña Mencha, se convirtió en un ícono de la telenovela, mientras que María Mercedes Issac recibió el premio a mejor ambientación.
Aunque la serie se filmó en barrios de élite de Cartagena, pocos recuerdan que también se exploraron rincones rurales del municipio de Turbaco, donde la llegada del equipo de producción trajo una mezcla de alegría y asombro a sus habitantes.
Margarita Rosa de Francisco no solo conquistó corazones en la pantalla, sino también en la vida real, donde su presencia dejó una marca indeleble. En Turbaco, los habitantes aún recuerdan con cariño y emoción el rodaje. La telenovela también dio lugar a anécdotas curiosas, como el mito de los turbaqueros «tira piedras», que remonta a una antigua costumbre de los hombres del pueblo para cortejar a las mujeres.
Niña Mencha, el amor platónico de Gallito, simbolizaba una relación idealizada y casi inalcanzable. La trama se complicaba con su regreso acompañada por un extranjero, lo que añadía un elemento de conflicto a la historia de amor y aspiraciones deportivas de Gallito, quien soñaba con convertirse en boxeador y derrotar a Fercho Durango, interpretado por Bruno Díaz.
La producción recreó la opulencia de los Lavalle en casas republicanas de Manga y sets caribeños, mientras que la humilde morada de los Ramírez se filmó en el barrio Paraíso de Turbaco. Ada Cabarcas, una residente local, recuerda vívidamente cómo la grabación transformó su barrio. “Nunca habíamos visto algo así. Los niños corrían emocionados y no podíamos creer que grabaran en Turbaco”, dice.
Jacinto García, un habitante de 62 años, rememora con orgullo cómo su casa y la de su tío Pablo Cabeza se convirtieron en sets de la telenovela. “Estábamos contentos. Margarita Rosa de Francisco era muy cercana y amable. Grabaron muchas escenas en nuestra sala y patio”, comenta.
Una de las historias más entrañables de la producción es la de su hijo, quien participó en una escena y fue apodado “Gallito” desde entonces. “Le di permiso para actuar y cuando se emitió la novela, todos en el barrio empezaron a llamarlo así”, recuerda García.
Hoy, las calles de Turbaco siguen resonando con el legado de ‘Gallito Ramírez’. La familia Cabeza ha remodelado su casa y montado un negocio de pescado frito, que sigue siendo popular por su conexión con la telenovela. La memoria de aquel rodaje sigue viva, un testimonio de cómo una producción televisiva puede marcar para siempre la vida de una comunidad.