SANTA MARTA_ Llevo cerca de dos décadas escribiendo para medios escritos y digitales, pero la vida me sorprendió ganándome el Premio Simón Bolívar, el más importante y respetado del periodismo colombiano, con un reportaje sonoro sobre Bocas de Cataca, uno de los tres pueblos palafitos de la Ciénaga Grande de Santa Marta.
Escuchar la noche del pasado 16 de noviembre que la presentadora de la ceremonia de premiación decía mi nombre y que era la ganadora en la categoría reportaje – audio, me llenó de mucha emoción. Estaba nerviosa al subir al escenario, pero al mismo tiempo muy feliz. Era un sueño cumplido recibir un premio tan importante, siendo una periodista de región, casi desconocida y con un trabajo sobre un pueblo olvidado del Caribe colombiano.
Este premio no solo es un reconocimiento a mi trabajo periodístico, sino también al buen periodismo que se hace en la región Caribe, que muchas veces nos cuesta la malquerencia de funcionarios y políticos por revelar lo que ellos quieren que siga oculto, pero que nos deja la satisfacción de visibilizar y poner en la agenda pública la historia de personas que resisten pese a ser víctimas del conflicto armado, a los daños ambientales y sociales en sus comunidades y la desidia de gobernantes que solo se acuerdan que ellos existen en épocas electorales.
En 2018 obtuve una beca de investigación de Consejo de Redacción, organización de la que soy asociada, y escribí el reportaje ‘Los ríos que se roban antes de llegar a la Ciénaga Grande de Santa Marta’, una investigación de largo aliento sobre el desvío de los ríos Aracataca, Tucurinca, Fundación, Sevilla y Frío, que descienden de la Sierra Nevada de Santa Marta y terminan su recorrido en la laguna costera más grande y productiva del país, declarada humedal Ramsar en 1998 y reserva de la biosfera por la Unesco en el 2000.
En esa investigación conté la historia de Bocas de Cataca, corregimiento de Puebloviejo, Magdalena, ubicado en la desembocadura del río Aracataca, que en las últimas dos décadas pasó de vivir todo el año sobre el agua a sufrir por la sequía en los meses sin lluvias debido a que el caudal del afluente es desviado de forma ilegal por terratenientes hacia sus fincas para el riego de cultivos de palma africana.
En noviembre de 2021 volví a ganar una beca de investigación de Consejo de Redacción sobre nuevos formatos periodísticos y decidí contar nuevamente la historia de este pueblo palafito, pero en formato podcast. Quería saber si el problema con el agua que me habían contado años atrás las familias que retornaron, después del desplazamiento forzado provocado por los paramilitares del Bloque Norte en febrero de 2000, seguía sin resolverse y en la reportería descubrí que nada había cambiado. Esta vez fueron los mismos protagonistas quienes narraron sus problemas.
Las fincas Palo Alto, El Jayo, Australia, Las Mercedes, Suramérica y Las Miradas, a las que desde 2009 la Corporación Autónoma Regional del Magdalena (Corpamag) les ha abierto procesos sancionatorios por la ocupación ilegal del cauce y la captación ilegal de agua del río Aracataca, a la fecha siguen sin ser sancionadas y los pobladores de Bocas de Cataca padeciendo por la falta de agua y la sedimentación de este río que no solo es su hogar, sino su fuente de ingresos porque viven de la pesca, que cada vez es más escasa.
“Desde el lugar de los hechos, este reportaje pone al descubierto, a partir de audios testimoniales, textos producto de una investigación juiciosa, efectos sonoros pertinentes y una acertada musicalización, la problemática de un hecho de actualidad preocupante: el desvío de los cauces de los ríos para irrigar cultivos de palma y arroz, sin importar el impacto ambiental y social en las comunidades ancestrales”, destacó el jurado del Premio Simón Bolívar del podcast ‘Bocas de Cataca, el pueblo palafito que se queda sin agua’.
Trabajo difundido en SIETEDÍAS, ganador del Premio Nacional de Periodismo
Este premio no solo fue posible gracias al apoyo de Consejo de Redacción, sino también de un gran equipo que aportó su talento. Agradezco a Víctor Galeano por la edición del guion, a Alexander Velosa por su excelente trabajo en el montaje y diseño sonoro, a Diego Santamaría por asesorarme desde la compra del micrófono hasta la edición del podcast, a Nicolás González, la Cuadrilla Murguera Bogotana y al grupo Alhecos Show Caribe de Tasajera por prestar su música para este proyecto, a Jesús María Solano Rubio por las fotografías que ilustran este trabajo y a todos los que creyeron en este reportaje sonoro.
También quiero agradecer a los familiares, amigos y colegas que desde que recibí el premio me han expresado tantos mensajes hermosos y que se alegran por este triunfo. Como escribí en mis redes sociales, citando una frase de Nelson Mandela, “siempre parece imposible hasta que se logra”. Lo logré apostándole al periodismo que va al lugar de los hechos y a un formato que cada vez me cautiva más. Y la lección que me deja este premio es que hay que creer en que tu trabajo vale y dar lo mejor de ti para que sea de calidad.