Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el suicidio es la segunda causa de muerte en la población entre 15 y 29 años y la cuarta entre 15 y 19 años. Con la actual pandemia por Covid-19 quedó al descubierto un problema de salud mental en Colombia: la grave tendencia en el aumento de los suicidios en este país. Y así como el suicidio es un innegable problema de salud pública tanto a nivel mundial como en este país, también es cierto que ha sido descuidado en su manejo, estando rodeado además de tabúes, estigmas y mitos.
De otra parte, el suicidio tiene que entenderse como un problema de la sociedad pues no solo afecta a los individuos sino también a sus familias y las comunidades. La misma OMS informa que en el mundo anualmente cerca de 700 mil personas deciden y logran quitarse la vida, en algunos casos tras numerosos intentos, lo que significa que ocurre un suicidio cada 40 segundos. Y es que esta pandemia ha generado en las personas desesperanza, pérdida, sufrimiento y estrés, circunstancias que no siempre resultan bien manejadas por algunas personas vulnerables, por lo que finalmente deciden acabar con su propia vida.
Así las cosas, resulta fundamental para la sociedad entera centrarse en la prevención del suicidio, creando vínculos sociales, promoviendo la toma de conciencia y ofreciendo esperanza, pues a veces en algunos casos, solo con acercarse a los seres queridos, preocuparse y ocuparse por su salud mental y su bienestar, está la diferencia entre salvarles la vida o el suicidio de ellos.
En ese orden de ideas, ¿cuál es el rol que juegan hoy los medios de comunicación social en el manejo del tema del suicidio cuando ocurre un nuevo caso y lo informan desde la perspectiva noticiosa periodística?
Indiscutiblemente los medios de comunicación son un poder y tienen poder, logrando muchos de los objetivos que se proponen, incluso desde el enfoque noticioso pueden lograr sensibilizar a la comunidad frente a varios temas, como por ejemplo, promocionando la buena imagen de alguna persona o de alguna entidad que desean posicionar, defendiendo la gestión de algún gobernante, e inclusive induciendo a la adopción de hábitos de consumo; pero en algunas ocasiones incurren en graves errores que sin proponérselo, generan efectos negativos en la misma comunidad a la que pretenden informar.
Resulta pertinente por eso considerar importantes detalles que deben primero plantearse para luego reflexionar sobre el papel que los medios están desempeñando hoy día al respecto.
Primero, desde el siglo XIX se conoce que existe en algunas personas un “contagio suicida” posterior a la información de casos de suicidios en los periódicos. Tanto es así que se ha podido medir una mayor tendencia al suicidio imitativo especialmente durante las primeras 72 horas del informe noticioso sobre un suicidio y que por lo tanto los que tienen mejor acceso a los medios, están en mayor riesgo de incurrir en ese tipo de suicidio si tienen esta condición de vulnerabilidad. Incluso, hay factores específicos identificados como generadores del aumento de la tasa de suicidio imitativo como la aparición de la noticia de un evento de esa naturaleza en la primera página, además de grandes titulares y hasta de fotografías explícitas; obviamente, cuando en el informe noticioso se describe el método de suicidio, aumenta también el comportamiento suicida de imitar el mismo método.
En segundo lugar, los periodistas y los medios que informan estos hechos, deberían conocer y adoptar las recomendaciones de salud pública que ha dado la OMS con respecto al manejo de las noticias sobre suicidio. Sin embargo, estas recomendaciones parecieran no ser conocidas o por lo menos tenidas en cuenta por quienes redactan estos informes noticiosos y en los medios pareciera que no existiese tampoco desde su propia institucionalidad, el necesario filtro evaluativo frente a este tipo de informes.
Estas recomendaciones de la OMS básicamente consisten en 6 tópicos que se deben tener en cuenta al elaborar el informe y 6 cosas que jamás se deben hacer al momento de informar un suicidio. Dentro del grupo de los primeros están, entre otros, trabajar con autoridades de salud, presentar solo los datos relevantes, resaltar las alternativas al suicidio y proporcionar información sobre líneas de ayuda para prevención del suicidio. Y dentro de las cosas que jamás deben hacerse están entre otras, no publicar fotos o notas suicidas, no dar razones simplistas, no aportar culpas y no dar detalles específicos del método.
En Colombia, un grupo interdisciplinario de académicos, todos ellos investigadores de reconocidas universidades colombianas, conformado por dos médicos epidemiólogos, un docente, un antropólogo y un historiador, realizaron un estudio que tuvo como objetivo “analizar el reporte de cuatro casos de suicidios, publicados en un diario de circulación masiva en la Costa Atlántica Colombiana”. La investigación, denominada “Manejo del suicido en prensa: reporte de cuatro casos”, publicada en Colombia Forense que es el órgano informativo del Instituto Colombiano de Medicina Legal y Ciencias y Forenses, se basó en la “revisión exhaustiva” de cuatro noticias de ese “diario de circulación masiva” sobre casos de suicidio.
Los resultados consolidados de la investigación resultan preocupantes: “ninguno de los cuatro artículos cumple con las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud. Todos informan sobre datos personales de los occisos y se brindan detalles que podrían impulsar a otras personas a cometer suicidio. Las notas periodísticas se acompañan de material fotográfico que aporta sensacionalismo y, en ningún caso, promueven la salud mental ni la prevención del suicidio”.
En otras palabras, lo que recomienda la OMS que no se haga por los medios de comunicación al momento de informar una noticia sobre un suicidio, fue precisamente lo que se hizo, dejándose de hacer lo que dicha agencia recomienda debe ser aprovechado por los medios de comunicación para aportar a la prevención de este gravísimo y trágico problema.
Los medios de comunicación tienen una inigualable oportunidad de jugar un rol decisivo en la construcción de la realidad, especialmente para personas vulnerables, en este caso puntual, induciendo a alternativas al suicidio y así prevenirlo. Sin embargo, el estudio aporta entre otras conclusiones, una vez se analizó de manera exhaustiva las cuatro noticias de suicidio, una que es que además de contundente muy preocupante: “el manejo dado a los casos de suicidio dista mucho de un ideal en el que se debe promover la prevención del suicidio en lugar de magnificar los casos ocurridos a través de detalles que no aportan a la salud mental de la comunidad”.
Los autores consideran que por el contenido y la forma como fueron presentadas las noticias analizadas, se pueden asimilar a “toda una pedagogía para el suicidio”, al detallarse “el método, la técnica e incluso hay un menú de hipótesis y posibles causas”, que al final resultan ser “cajas de herramientas” para que las personas vulnerables terminen suicidándose.
En síntesis, como se están presentando en Colombia estas noticias por los medios pudiesen ser más exaltadoras del valor de la muerte que del valor de la preservación de la vida y esto no puede continuar. Por eso la primera reflexión que deben hacerse los medios de comunicación es si las noticias que ellos están generando al respecto están impactando en suicidios posteriores a la publicación de esas noticias. Resulta imprescindible que cuanto antes los reportes en ese sentido cumplan con las recomendaciones de salud pública que ha dado la OMS para desincentivar el suicidio a partir de la prevención del mismo y no de su exaltación.
También hay que realizar cuanto antes una prueba ácida al impacto real que ha tenido la política pública para la prevención del suicidio pues de acuerdo con las cifras entregadas recientemente por el Departamento Administrativo Nacional de Estadísticas (DANE), el número de suicidios en Colombia tuvo un incremento del 9% con respecto al período de enero a abril de 2021 y según un informe preliminar del Instituto Colombiano de Medicina Legal y Ciencias y Forenses, el año 2.021 marcó el pico de suicidios de la última década en el país, con 2.350 fallecidos por esta causa, con corte al mes de noviembre de ese año.
Con esos números, existe la inaplazable y urgente necesidad de regular entonces de manera sistemática la publicación de este tipo de noticias en Colombia. En ese orden de ideas, los medios de comunicación tienen un rol importantísimo y una oportunidad única de informar para vida y no para nuevas muertes a partir de las noticias que publican.