BERLÍN_ Aunque ya era conocido que el consumo excesivo de alcohol durante el embarazo puede provocar problemas físicos, cognitivos y de comportamiento permanentes y graves en los niños, un nuevo estudio de la Universidad de Viena demuestra que incluso el consumo ocasional de alcohol puede ralentizar el desarrollo cerebral del feto. Esto podría causar alteraciones en la parte del cerebro que ayuda a los niños a desarrollar sus habilidades sociales, a interpretar las imágenes y los sonidos y a comprender el lenguaje.
El estudio, que aún no se ha publicado y que se presentará en la reunión anual de la Sociedad Radiológica de Norteamérica la semana que viene, utilizó imágenes resonancia magnética del cerebro del feto para ver en tiempo real cómo el consumo de alcohol de las pacientes embarazadas podría afectar a regiones clave del cerebro en desarrollo.
Cada vaso es un riesgo
Aunque no todos, ni siquiera la mayoría, de los bebés de embarazadas bebedoras desarrollarán problemas provocados por el consumo de alcohol, los investigadores dicen que tampoco hay garantía de que los niños no lo hagan. «Puede ser un riesgo muy pequeño asociado a cada vaso que se beba durante el embarazo, pero nunca se sabe si ese puede ser el que te lleve al límite», dice la doctora Marlene Stuempflen, coautora del estudio, en una entrevista con Business Insider.
Para el estudio, los investigadores analizaron los exámenes de resonancia magnética de 24 fetos con exposición prenatal al alcohol. Los fetos tenían entre 22 y 36 semanas de gestación en el momento de la prueba. La exposición al alcohol se determinó mediante encuestas anónimas a las madres.
Ralentización del desarrollo del cerebro
Los autores del estudio descubrieron que los cerebros fetales de las bebedoras se desarrollaban de forma significativamente más lenta que los de las no bebedoras de la misma edad gestacional. También descubrieron que el surco temporal superior derecho, que desempeña un papel en la empatía, la toma de perspectiva y la percepción del lenguaje, entre otros aspectos, era menos profundo.
Diecisiete de las 24 madres bebían alcohol con relativa poca frecuencia, con un consumo medio de menos de una bebida alcohólica a la semana. No obstante, también en estos casos se pudieron detectar cambios significativos en estos fetos a partir de la resonancia magnética prenatal, según el estudio.
No está claro cómo afectarán estos cambios estructurales al desarrollo cerebral de estos bebés después del nacimiento. «Para evaluar esto con precisión, tenemos que esperar a que los niños que fueron examinados como fetos en ese momento crezcan un poco, para poder invitarlos a que vuelvan a ser examinados», afirma el autor principal del estudio doctor Kienast. «Sin embargo, podemos suponer firmemente que los cambios que descubrimos contribuyen a las dificultades cognitivas y de comportamiento que pueden producirse durante la infancia».
*Informe de DW