SANTA MARTA_ Llegar a la casa de Nelly Esther López Conde, es adentrarse en un mundo de ensueño y fantasía. Al abrir la reja de acceso a la terraza, el espíritu de la navidad impacta gratamente los sentidos. En todos los tamaños y colores, de diferentes formas y materiales, las figuras de María, José y el Niño Jesús, se asoman en todos los espacios como símbolos de paz y amor.
Son 1.100 pesebres que llenan de luz y alegría esta vivienda, ubicada en la calle 17 con carrera 22, en el residencial barrio Jardín, de Santa Marta.
La mayoría son comprados por Nelly y su familia, otros regalados por amigos y algunos mandados a elaborar. Provienen de diferentes regiones de Colombia pero también del exterior.
El más reciente es uno elaborado en tela, en el que los personajes usan tapabocas en clara alusión a la pandemia por el Covid-19.
Igualmente adquirió un pesebre en el que la representación de la familia son unos Cuy, especie de roedor con arraigo en Pasto, Nariño.
TRAÍDOS DEL EXTERIOR
Su amiga Lucy Ceballos (fallecida) le obsequió el primero traido del exterior. Fue en el 2000 y lo compró en EEUU.
Roberto Salas, su cuñado, lo regaló uno que compró en Tierra Santa; Jorge Caiafa le trajo uno de Perú. También de un viaje a Chile, su amiga Miriam Rivas se acordó de sumar uno más y su su esposo Orlando contribuyó con otro que le compró en Argentina.
Los Báez, vecinos del barrio Jardín, le regalaron uno que adquirieron en un viaje a Kenya. También tiene varios de México, Ecuador, Venezuela, Italia, China, Israel y Checoslovaquia.
RECORRIDO FANTÁSTICO
En este mágico mundo navideño en casa de Nelly López, la primera mirada apunta a un gigantesco nacimiento con figuras de plástico, ubicado junto al jardín en donde igualmente hay un paisaje natural pintado al óleo por Alfonso Cantillo, un amigo y ex compañero suyo del Bienestar Familiar.
En la puerta principal cuelga el pesebre con tapabocas mientras que guirnaldas le dan realce a los pesebres de latón y cerámica colgados en su alrededor.
A un lado la ventana sobresale un cuadro en vitral que representa el nacimiento del Niño Jesús así como un pesebre de tres piezas, elaborado en fique.
Al ingresar a la sala, el comedor, el baño principal y la cocina, uno queda sorpendido con los cientos de belenes.
En la mesa de centro, bien ordenados, hay 60 pesebres pequeños, en su mayoría traídos del exterior; sobre una antiquísima máquina Singer, Nelly tiene otros más.
El luminoso árbol navideño es el límite con el comedor, en donde la mesa y sus sillas están forradas con telas alusivas al nacimiento de Jesús. A un costado de esta hay una enorme y luminosa ciudad de nieve que, con especial dedicación y esmero, ella diseñó.
Una vitrina guarda cerca de 500 pesebres en miniaturas elaborados en cerillos de fósforos, cáscaras de huevos (de gallina y codorniz); semillas de mamón, arroz, fríjoles y coco. También los hay en piedras de diferentes colores, en madera, barro, vidrio y metálicos.
La intimidad de este hogar pasa a un segundo plano cuando sus dueños entren al baño, las habitaciones o la cocina. En cada objeto que allí se encuentra María, José y el Niño Jesús están presentes, estampados en tapetes, sobrecamas, pocillos, vajillas y hasta en el guarda papel higiénico.
La dueña de esta riqueza de incalculable valor espiritual cuida con celo las imágenes a las que nunca les ha puesto precio.
Ella tiene claro que el pesebre es la “representación de la vida y del amor”, por eso considera que ser la dueña de cientos de estas piezas la ayuda a a anidar en sus corazones “amor y devoción”, sentimientos que año tras año crecen al igual que su colección.
Lo que queda en evidencia es que en la casa de Nelly López cualquier sitio es óptimo para rezar la novena, pues no hay inconveniente hacerla en la sala, el comedor, las habitaciones, el patio, la terraza, la cocina, el baño o el garaje, porque sea cual fuere el sitio hay un pesebre.
LOS PRIMEROS
La afición por los pesebres, que con los años se volvió pasión, nació por el respeto que su madre Lilia Conde (fallecida) profesaba por la Navidad
Recuerda que el primer nacimiento se lo regaló ella hace 44 años.Nelly vía en Ciénaga y tenía un año de casada con Orlando Salas.
Era un pesebre pequeño y estuvo a punto de destruirse cuando la mesa sobre.la cual estaba posado se quemó por una vela encendida.
Cuatro años después, tras mudarse para Santa Marta, Norma Sabala, en ese entonces compañera de trabajo en el ICBF, le regaló otro elaborado en vitral; después su amiga Miriam Rivas, quien viajó en comisión laboral a Medellín, le trajo seis y Rosario Daza, mamá de Miriam, le hizo llegar uno tejido en punto en cruz.
Su hermana Luz Elena ha sido la que en mayor número le ha aportado, pues de cada ciudad que ha visitado le regala uno.
Nelly dice que no sabe si lo suyo es un récord guinnes, pero asegura que de lo que no tiene dudas es que en Colombia si puede ser la mayor coleccionista de pesebres.
*Informe publicado en El Heraldo