BERLÍN_ El horizonte deseado y socialmente aceptado es la delgadez. Hay normas, discursos y «consejos” que allí apuntan. Y también, innumerables reglas no dichas.
Pero también existen otras voces, que alertan y cuestionan esta normatividad sobre los cuerpos, y denuncian la gordofobia, esto es, la discriminación hacia las personas gordas por el solo hecho de serlo.
«Existe una marca social negativa hacia las personas gordas, que propicia, justifica y mantiene la discriminación en todos los ámbitos de nuestras vidas”, sostiene Alejandra Oyosa, activista mexicana contra la gordofobia, en diálogo con DW.
«Se trata de una discriminación naturalizada y bien vista socialmente”, aclara, «porque uno de sus discursos es que intenta «cuidar” a las personas gordas, su salud y su imagen corporal”, indica.
«La gente suele decirnos cosas muy ofensivas en favor de lo que, dicen, «es por nuestra salud”, apunta en el mismo sentido la también activista mexicana contra la gordofobia, Izchel Cosio Barroso.
«Es una forma de violencia estructural”, agrega, «y no siempre es fácil detectarla”, revela. «Podemos encontrarla en las «buenas intenciones” del personal de salud, en los programas de adelgazamiento, en los chistes sobre la supuesta torpeza o estupidez de las personas gordas, o en las frases populares como «eres bonita de cara, pero de cuerpo, no”, detalla Cosio Barroso.
«Puede ser una simple mirada cuando comes, por ejemplo”, apunta, por su parte, Gabriela Contreras desde Chile.
«Existe humillación, invisibilización, maltrato, ridiculización, patologización, marginación, exclusión y hasta violencias físicas y sexuales ejercidas contra un grupo de personas por tener una característica física: la gordura”, puntualiza Lucía Robles, integrante de la agrupación colombiana Gordas sin Chaqueta, en entrevista con este medio.
«Y esta se reproduce cuando expresamos desprecio por la gordura de otras y de nosotras mismas, cuando aconsejamos dietas, gimnasios y pastillas, y todo tipo de dispositivos puestos a disposición de la delgadez”, sostiene la activista desde Bogotá.
Una trama construida desde la infancia
Así las cosas: ¿cómo se llegó hasta aquí? «Nos cuentan el cuento desde pequeñas que la belleza es el mayor atributo femenino. Y la delgadez es una gran parte de ese ideal de belleza, que necesitamos para ser merecedoras de amor, reconocimiento y felicidad”, critica Robles.
«El fantasma de la gordura nos acompaña desde muy pequeñas. Tememos ser gordas porque significa rechazo, implica burla, desprecio, y, por supuesto, no hacer parte del ‘mercado del deseo’”, completa.
«En cada contexto histórico ha existido una norma corporal que jerarquiza a los cuerpos, colocando en lo más alto a los cuerpos útiles para cada contexto económico, histórico y social”, sostiene Oyosa,.
«La norma corporal no está escrita, pero está en la mente de todas las personas”, aclara.
Vías de salida
¿Qué hacer, entonces, para deconstruir estos mandatos? ¿Cómo hacerles frente, esquivarlos o relativizarlos?
«Desmontar la idea de que la delgadez es una especie de trofeo, por el que muchas mujeres pierden su salud”, y dar cabida a la «posibilidad de que todos los cuerpos son espacios de alegría y goce, sin importan cuanto pesan”, propone Contreras.
«Aceptar que la diversidad corporal existe, que no hay cuerpos incorrectos o mal hechos en sí mismos, sino que es solo un consenso socio-histórico que puede cambiar”, concluye Cosio Barroso.