Columna del profesor e investigador universitario Jaime Alberto Morón Cárdenas.
El Observatorio Regional del Mercado de Trabajo del Magdalena, en su boletín más reciente correspondiente al trimestre móvil agosto–octubre de 2025, identificó tres hechos estilizados que sintetizan la coyuntura laboral del Distrito (ORMET Magdalena, 2025b). En primer lugar, se consolidó la reducción sostenida del desempleo, que se mantuvo en un dígito, lo cual confirma un ajuste estructural en los niveles de desocupación. En segundo término, persiste una elevada informalidad laboral, que continúa siendo una de las principales restricciones para la calidad del empleo. Finalmente, se reafirma la existencia de brechas de acceso al mercado laboral para la población joven, que enfrenta barreras diferenciadas para su inserción productiva. Estos tres elementos configuran un escenario mixto: mientras las cifras generales de ocupación muestran una recuperación progresiva, los desafíos en materia de inclusión, formalización y equidad siguen presentes.
En respuesta a esta complejidad, el Distrito ha implementado estrategias como el fortalecimiento de 120 unidades productivas en la Localidad I, mediante procesos de capacitación, digitalización y entrega de activos productivos (Alcaldía Distrital de Santa Marta, 2025), y la consolidación de espacios comerciales como Santa Market, que en su quinta edición reunió a más de 70 almacenes y 36 emprendimientos en una jornada nocturna de dinamización económica (Secretaría de Desarrollo Económico, 2025). De igual manera, Cenit, a través de Corpensar, está desarrollando el levantamiento de veintiocho iniciativas de inversión social que impactarán de manera sostenible al tejido empresarial del sector de Pozos Colorados. En consecuencia, en el marco de su año quincentenario, Santa Marta comienza a articular un nuevo relato de desarrollo, superando rezagos estructurales y consolidando un ecosistema territorial de empleo en el que confluyen el sector público, el empresariado y la academia (Morón, 2025b).
Este desempeño refleja un proceso sostenido de ajuste fiscal, dinamismo portuario y fortalecimiento del tejido empresarial local. El Plan de Desarrollo Santa Marta 500+ destinó más del 60 % de su presupuesto a sectores sociales y productivos (Alcaldía Distrital de Santa Marta, 2024), mientras el sector privado impulsó la diversificación económica y la formalización laboral. La Universidad del Magdalena se consolidó como actor académico clave, aportando investigación y formación técnica en temas laborales, de empleabilidad e inclusión productiva. Participa activamente en la Secretaría Técnica del ORMET Magdalena y en el Consejo Universitario de Educación para el Empleo (CUEE) Sierra Nevada. Es importante recordar que el entorno macroeconómico del país ha estado sujeto, durante lo corrido del año, a altos niveles de incertidumbre: las reformas laboral, pensional y de salud generaron tensiones entre el Gobierno y los sectores productivos, y el incremento del salario mínimo, fijado en 12,5 %, ha presionado los costos laborales en algunos sectores.
Los datos disponibles confirman avances, pero también revelan contrastes estructurales. Según el ORMET, la tasa de desempleo de Santa Marta en el trimestre móvil mayo–julio de 2025 fue de 8,1 %, un punto menos que en el mismo periodo del año anterior y por debajo del promedio nacional urbano (8,8 %) (ORMET Magdalena, 2025a). La ciudad se consolidó como la capital del Caribe con menor desocupación. Esta mejora no es episódica: en el primer trimestre del año el desempleo rondaba el 10 %, y para mitad de 2025 cayó a menos del 8 % (ORMET Magdalena, 2025b, 2025c, 2025d). Aun así, un porcentaje importante de personas en edad de trabajar permanece inactivo, lo que sugiere factores de desaliento, migración laboral o debilidad en las políticas de reincorporación.
La otra cara de la moneda es la persistente informalidad. Seis de cada diez ocupados en Santa Marta trabajan sin contrato ni seguridad social, cifra que supera en más de 15 puntos la media nacional (ORMET Magdalena, 2025a). Aunque hubo una leve reducción frente a 2024, la ciudad continúa entre las capitales con mayor proporción de empleo informal. La estructura económica local sigue sustentada en actividades de baja productividad y mecanismos de rebusque, como lo evidencian estudios recientes sobre informalidad urbana y rural en el Magdalena (Orozco, Portillo & Morón, 2025).
El desempleo juvenil también mantiene una tendencia preocupante. Si bien cayó de casi 20 % a 16 % hacia mitad de 2025, volvió a repuntar en el último trimestre (ORMET Magdalena, 2025b). Cerca de 100 mil jóvenes en el Magdalena (28 %) ni estudian ni trabajan, y más del 60 % de ellos son mujeres (Arévalo, De la Torre & Morón, 2025). La desvinculación de esta generación frena el crecimiento potencial de la región, como advierte la OIT (2020), que estima una pérdida de hasta 0,5 puntos del PIB por cada punto adicional de juventud desconectada.
Frente a este diagnóstico, la política pública distrital ha desarrollado medidas como la Ruta de Formalización, la creación de la Agencia Distrital de Empleo, ferias laborales, capacitaciones y eventos como Santa Market. Asimismo, el proyecto de fortalecimiento de unidades productivas en la Localidad I promueve la digitalización, el acceso a activos productivos y la participación en eventos comerciales para más de 100 emprendimientos (Alcaldía Distrital de Santa Marta, 2025). Estas acciones se articulan con el componente “Santa Marta Productiva” del eje de desarrollo económico territorial.
Para avanzar en formalización, se requieren medidas fiscales progresivas, asistencia técnica sectorial y simplificación regulatoria. Una estrategia territorial podría combinar inspección pedagógica, incentivos tributarios por cumplimiento y acceso preferente a compras públicas. Adicionalmente, es necesario escalar mecanismos como la tecnología para formalizar micronegocios, fortalecer los programas de economía popular vinculándolos a cadenas de valor formales y articular a bancos locales y fintech para promover la bancarización de trabajadores por cuenta propia. Santa Marta podría liderar una agenda piloto nacional con enfoque territorial y apoyarse en actores como el SENA, la Cámara de Comercio, Fundemicromag y las universidades locales. La formalización, más que una meta aislada, debe entenderse como una plataforma para mejorar ingresos, ampliar la protección social y elevar la productividad en sectores rezagados.
En el caso juvenil, se requiere una estrategia dual: por un lado, transitar de la capacitación tradicional al aprendizaje basado en la experiencia y, por otro, crear un sistema distrital de primer empleo que vincule a empresas, Estado y universidades. Esta lógica de “transición protegida” podría incluir pasantías remuneradas, empleos con subsidio parcial y bonos de productividad para empleadores. En paralelo, se debería ampliar la cobertura del bachillerato técnico y los ciclos propedéuticos universitarios, de manera que los jóvenes accedan a trayectorias más cortas y pertinentes para la región. También es clave garantizar orientación vocacional temprana, fortalecer redes de apoyo entre pares y asegurar mecanismos de certificación de competencias adquiridas en contextos no formales. Ninguna estrategia juvenil será efectiva si no reconoce las condiciones de vulnerabilidad multidimensional que afectan a esta población.
De forma paralela, el sector turismo ha ganado protagonismo como motor de empleo. Santa Marta recibió más de 2,2 millones de visitantes en 2024 (Cotelco, 2024), con un efecto multiplicador sobre el comercio, el sector hotelero y los servicios conexos. Sin embargo, el 60 % del empleo generado en turismo sigue siendo informal (DANE, 2025), y la concentración de la oferta en zonas urbanas profundiza las brechas territorializadas del desarrollo (Gobernación del Magdalena, 2024). Una estrategia de turismo sostenible e inclusivo debería priorizar el fortalecimiento del empleo rural, el desarrollo de cadenas de abastecimiento locales, la inclusión financiera de prestadores de servicios y la implementación de sellos de calidad laboral. Asimismo, podrían establecerse incentivos para alojamientos que formalicen a su personal, incorporar enfoque de género en la promoción de empleos y vincular a comunidades organizadas en procesos de ecoturismo y turismo comunitario.
Afortunadamente, Santa Marta ha fortalecido su ecosistema de datos para la acción pública. Al ORMET Magdalena se suma el Observatorio de Estudios Económicos del Distrito (ODECS), lanzado en 2025, que articula indicadores de empleo, productividad, turismo y competitividad en un solo sistema para orientar decisiones locales (Opinión Caribe, 2025). El reto, de aquí en adelante, será traducir esos datos en decisiones efectivas, sostenidas y evaluables, que escalen buenas prácticas y corrijan ineficiencias persistentes.
En síntesis, Santa Marta ha logrado avances concretos en desempleo y generación de oportunidades, pero persisten desafíos en inclusión, formalización y sostenibilidad productiva. El reto es claro: no basta con generar más empleo; se necesita mejor empleo. Esa es la tarea del presente.
