No creo en la neutralidad periodística, porque un periodista o un medio siempre tendrá una posición editorial que responde a una ideología, la cual, a su vez, permea su interpretación de la realidad. Nuestros grandes periódicos nacieron hace más de un siglo como abanderados de claros idearios políticos.
Pero una cosa es la defensa honesta de unas convicciones, y otra la descalificación, la mentira y la tergiversación, como estrategias, ya no para defender, sino para imponer una posición ideología y política. Por ello me referí en mi anterior columna a “la política sucia” y hoy al periodismo ídem, pues son estrategias conectadas, que se rebotan en épocas electorales.
Hoy enfrentamos una disyuntiva trascendental: libertad o dictadura, democracia o comunismo. Todos queremos un mejor país, pero no a costa de la perdida de las libertades, que es el camino del socialismo, cuando, ya en el poder, incumpla sus imposibles promesas populistas.
En los rostros de los migrantes venezolanos vemos la frustración por la opción que tomaron hace 20 años frente a la misma disyuntiva, pero el país parece caminar ciego hacia el abismo, en medio de ambiciones, odios y estigmatizaciones que acallan a quienes advierten la amenaza.
Navegamos aguas tormentosas y se han apagado algunos faros. En la prensa, que aún es libre en nuestro país, crece un segmento dedicado irresponsablemente a la estigmatización, al juicio sumario y la condena mediática; un verdadero “periodismo de alcantarilla”, que no repara en medios para lograr su objetivo detractor.
La revista CAMBIO nació con esa perversa tendencia, como se sabía desde que se conoció que su presidente sería el obsesivo persecutor de Álvaro Uribe. En su primera salida divulgó un audio de María Fernanda Cabal, cuya intención amarillista por lo que dijo y como lo dijo, oculta el delito de una interceptación ilegal que no parece preocuparles.
Uno de sus columnistas, bajo el malintencionado título de “El ganadero y el torturador”. arremete contra mí, echando mano de los refritos calumniosos que han salido en las últimas semanas, en una andanada mediática contra FEDEGÁN y la ganadería.
Mientras tanto, otra arremete contra el Centro Democrático, que no ha hecho acusaciones, pero pide claridad sobre la reunión de Petro con la empresa vendedora del software electoral, algo que, para la columnista y sobrina de “Juanma”, violador impune de la voluntad popular, representa “un engaño peligroso para socavar las instituciones, desconocer la voluntad del pueblo y fortalecer a los líderes autoritarios y populistas”. ¡Vaya imaginación de alcantarilla!
Con motivo del Día del Periodista, felicito a esos comunicadores y medios que conservan su vocación de “faros” y, sin importar el color de luz que elijan para hacerlo, iluminan la ruta de un país que necesita llegar a puerto seguro.