SANTA MARTA_ El reciente episodio protagonizado por el concejal Miguel “Mono” Martínez en el Concejo Distrital de Santa Marta no solo representa un bochornoso espectáculo, sino que también refleja una preocupante imagen de la ciudad que estamos construyendo y proyectando al país.
Durante una sesión ordinaria, Martínez interrumpió el debate sobre el sistema de alcantarillado en el barrio Portal de las Avenidas, se sentó en el suelo en señal de protesta y se negó a abandonar el recinto, lo que llevó a su retiro forzoso por parte de la Policía Nacional. El concejal denunció haber sido agredido y despojado de su ropa durante el procedimiento, acusando al alcalde Carlos Pinedo y al presidente del Concejo, Pedro Gómez, de ordenar su expulsión.
Este incidente no es un hecho aislado. Martínez ha sido objeto de críticas por su vestimenta informal en las sesiones del Concejo y ha protagonizado confrontaciones verbales con otros miembros de la corporación. Además, ha denunciado amenazas en su contra y un ambiente de acoso laboral dentro del Concejo.
La difusión de estos hechos en medios nacionales y redes sociales afecta negativamente la reputación de Santa Marta, proyectando una imagen de desorden institucional y falta de respeto por las normas democráticas. Es imperativo que las autoridades locales y los ciudadanos reflexionen sobre el tipo de ciudad que desean construir y el ejemplo que se está dando a las futuras generaciones.
La democracia requiere de debates apasionados, pero siempre dentro del marco del respeto y la legalidad. Es responsabilidad de todos los actores políticos y sociales trabajar por una Santa Marta que se distinga por su institucionalidad y compromiso con el bienestar común.