Todos estamos aburridos con la pandemia, es cierto. Iniciándose ya en Colombia el tercer año pandémico por Covid-19, es apenas obvio que estemos aburridos, cansados y deseando que esta página pase rápido para tranquilidad de todos.
Sin embargo, no porque lo digamos la pandemia pasará más rápido, ni tampoco porque lo deseemos ya desde ahora no vamos a tener más las molestias y restricciones que se derivan de este estado de emergencia, así como tampoco vendrá inmediatamente el fin de los cuidados necesarios personales y colectivos para preservar y proteger la salud y la vida de cada uno de nosotros.
Lo primero que debe reconocerse es que la pandemia está vigente en el momento, aunque es innegable que con un número de casos diarios en tendencia decreciente en la mayoría de las regiones, pero todavía bajo la existencia de la pandemia por Covid-19. Por ello resulta pertinente realizar una serie de consideraciones al respecto, toda vez que de nuestro sentido común, del análisis técnico de la realidad internacional, nacional y regional, así como de las directrices de las agencias internacionales que definen los lineamientos para el manejo de este tipo de sucesos de salud pública, es que se podrán decidir eventuales levantamientos de medidas que hoy hacen parte del arsenal de protección de la salud de los habitantes de Colombia.
En el escenario internacional hoy existen y se viven varios momentos de la pandemia: mientras en algunas partes ya se está decidiendo un pronto regreso a la normalidad con levantamiento progresivo de medidas restrictivas a raíz de este evento de salud pública, en otras partes del mundo el tema se sigue complicando y bastante.
Hong Kong esta semana ha reconocido que la quinta ola del coronavirus (sí, ya se anuncia la “quinta ola” allí), ha desbordado al sistema sanitario con cifras récord de nuevos contagios diarios y según la jefa del Gobierno de Hong Kong Carrie Lam, esa quinta ola desbordó la capacidad de la ciudad, incluso el análisis de lo que allí ocurre indica que los contagios diarios se han multiplicado por 13 en las dos últimas semanas, pasando de unos pocos a miles cada día, con la aparición de los primeros fallecidos en febrero desde el mes de septiembre de 2021.
Desde España se ha anunciado en esta mitad de semana que si bien la incidencia de la pandemia marca un descenso, el Ministerio de Sanidad informó que este miércoles hubo 444 fallecimientos relacionados con el coronavirus, siendo ésta la cifra más alta de decesos desde marzo de 2021 en dicho país europeo.
Frente a la principal herramienta utilizada en esta guerra con este enemigo invisible como es la vacunación contra el virus, ya se está hablando en Suecia de una cuarta dosis para todas las personas mayores de 80 años, así como para los que viven hogares geriátricos independiente de qué edad tengan. Incluso en países como Israel, Dinamarca y la misma España, se anuncia que implementarán una cuarta dosis para personas vulnerables y/o mayores.
Ese hecho que se está proponiendo, indica que en esos países reconocen que la pandemia está activa y aún requieren sus poblaciones priorizadas mayor protección a partir de una cuarta dosis, pero además es otra evidencia que demuestra que cada país vive una realidad particular en lo que es la vacunación y sobre todo los niveles de cobertura alcanzados en los diferentes momentos de la inmunización, esto es: aplicación de la primera dosis, de la segunda dosis y del refuerzo.
Esa realidad no homogénea de las coberturas de vacunación en los países, para tomar cualquier decisión de eventuales levantamiento de medidas restrictivas o de bioseguridad, debe también relacionarse con lo que son los momentos de la cuarta ola generada especialmente por la variante ómicron y que está mostrando que en algunas partes del mundo el nivel de contagio está en aumento franco en el número de nuevos casos diarios, en otros está en el máximo pico, en otros está en el inicio de su descenso y en otros ya hay un franco y sostenido descenso en el número de nuevos casos, aunque no cesan los fallecimientos atribuibles al coronavirus en todos esos países.
Ahora bien, la misma Organización Mundial de la Salud (OMS) dijo esta semana a través de su Director Tedros Adhanom Ghebreyesus en un mensaje al Encuentro de Acción Global contra Covid-19 y que es auspiciado por Estados Unidos, que algunos países que tienen un número elevado de casos leves de la enfermedad y que también cuentan con altas tasas de vacunación “están impulsando la falsa narrativa de que la pandemia ha terminado”. Es decir, “esa falta narrativa” de que ya la pandemia terminó, es absolutamente distante de la realidad epidemiológica mundial, inclusive en aquellos países con gran cobertura en la inmunización contra el coronavirus.
Así como se planteó antes en este escrito, para los expertos nos resulta imprescindible analizar la situación que está dándose en algunos países donde los niveles de vacunación aún son bajos y también tienen una muy baja capacidad de diagnosticar casos nuevos, es el escenario propicio para que se consideren esos países en “condiciones ideales para que emerjan nuevas variantes del coronavirus”. Toda esta situación hace que la OMS ratifique que la falta de vacunación en 116 países que mantienen esas características, implica que no podrían alcanzar el objetivo global trazado que para mediados del 2022 la humanidad se haya logrado vacunar en un 70 por ciento.
Con esa panorámica del mundo, la situación en Colombia es un fiel reflejo de esa vitrina internacional: hay un nivel de vacunación muy desigual entre las diferentes regiones, esa falta de coincidencia en los alcances de la vacunación se puede observar entre los diferentes grupos poblacionales y en los diferentes momentos de la vacunación (primeras y segundas dosis, además del refuerzo). A esa realidad nacional, debe sumársele en el análisis de la foto de la pandemia de hoy en Colombia el comportamiento asincrónico que ha tenido ómicron en los diferentes territorios del país donde actualmente se viven distintos momentos pandémicos en sus diferentes regiones (unas regiones aumentando en el número de casos nuevos, otras en el pico, otras en un descenso incipiente y otras en un franco y sostenido descenso).
No se puede dejar de lado al momento de buscar respaldo técnico y epidemiológico para considerar el posible levantamiento de las medidas restrictivas y de bioseguridad, lo que está ocurriendo hoy con las variantes ómicron y delta en Colombia. El Instituto Nacional de Salud (INS) reportó la semana anterior que si bien la variable predominante en estos momentos es la ómicron, en Colombia está coexistiendo simultáneamente aún en algunas regiones con la variante delta que sí es altamente letal, por lo que levantar la medida del uso del tapaboca en esas regiones que además presentan aún coberturas muy bajas en la aplicación de la segundas dosis y el refuerzo vacunal y de manera especial en grupos poblacionales de alto riesgo, resulta a todas luces una medida no procedente y peligrosa.
Por todas esas razones, desde mi perspectiva, dejar de usar desde ahora tapaboca en espacios abiertos es una medida improcedente en estos momentos, por lo que descarto y rechazo la propuesta que al respecto hizo el pasado fin de semana el precandidato presidencial Alejandro Gaviria, ex ministro de salud y quien manifestó en sus redes sociales que “ya va siendo hora de decirle adiós al tapabocas” y por eso le propuso al gobierno “la eliminación de su uso obligatorio al menos en espacios abiertos” porque “el tapabocas es ya un costo innecesario para la gente y el medio ambiente».
En síntesis, una medida general como no usar más tapabocas en espacios abiertos en Colombia, no puede aplicarse en un país que hoy tiene diferentes escenarios del momento del pico por la variante ómicron, que tampoco tiene los niveles deseables de protección vacunal en todos los grupos poblacionales y en todas las dosis. Más bien, podría decirse que ese tipo de propuestas, contribuyen a esa “esa falta narrativa” de que ya la pandemia terminó y que tanto daño produciría en un país como el nuestro en el que todavía debe mejorarse la dinámica del plan nacional de vacunación contra el coronavirus y mantenerse por tanto las medidas de bioseguridad que complementan a la vacunación como estrategias para salir delante de la pandemia.
De otra parte, verdades como las dadas a conocer durante la semana en el informe “Estadísticas vitales, nacimientos y defunciones” y que presentó el Departamento Nacional de Estadística (DANE), evidenció que en Colombia la principal causa de muerte sigue relacionándose con el coronavirus y tuvo su aumento máximo entre 2020 y 2021. Hasta el momento, según reporte del Ministerio de Salud y Protección Social de esta semana, el número de personas fallecidas en Colombia por la pandemia está llegando ya a las 138 mil y ese dato no es de importancia menor.
Así las cosas, aunque estemos aburridos por lo que ha durado esta pandemia, por las restricciones y las medidas de bioseguridad que hemos debido adoptar, hoy más que nunca debemos actuar con base en decisiones fundamentadas en evidencia científica y no en propuestas improcedentes que contribuyen peligrosamente a una “falsa narrativa”. Por eso miremos y analicemos lo que ocurre en el entorno internacional y también en Colombia en temas como coberturas de vacunación por grupos poblacionales y por cada dosis, el comportamiento asincrónico de la variante ómicron, la coexistencia con la letal variante delta en algunas regiones, pero ante todo con sentido común para que siempre sean la salud y la vida de 51 millones de colombianos lo que se anteponga a cualquier consideración de levantamiento de medidas restrictivas y de bioseguridad.
No hay que olvidar que la toma de decisiones de esa envergadura en el país, debe hacerse con calma y prudencia, porque lo que está en juego son vidas humanas, ¡nuestras vidas y la de nuestras familias! Entonces, todo a su tiempo y con fundamento científico como evidencia para la toma de cualquier decisión.