SANTA MARTA_ Hace más de 100 años, Mamatoco, al oriente de Santa Marta, embruja a los lugareños y visitantes con la danza, la música y los trajes de fantasía de sus comparsas multicolores, que se dan cita durante el carnaval. Sin embargo, este escenario de la alegría tiene un símbolo que lo hace particular o sui generis: la procesión de San Agatón.
En la peregrinación, que el sábado de carnaval congrega a nativos y visitantes, la maicena, el licor, la espuma, los disfraces y la música ‘guapachosa’ que desborda durante el recorrido con la imagen, abrió nuevamente el debate sobre lo pagano y lo sacro.
Pero mientras la discusión se da en este sentido, cada año la participación es mayor, atrayendo a turistas que llegan a este punto geográfico de la capital del Magdalena para conocer a quién le dan el apelativo del “Santo parrandero y borrachón”, un concepto que gran parte de la iglesia no comparte.
Y es que paso a paso la pulcritud con la que sale el santo del templo, se empaña con la maicena y el licor que sus devotos le arrojan. “Procesión sin santo lavado en ron y empolvado no es procesión”, dicen los fieles parranderos.
La venerada imagen es llevada en hombros por sus feligreses al ritmo de papayeras y acordeones que interpretan porros, fandangos y vallenatos.
“Fiestas de San Agatón, donde se funde en un solo espectáculo lo pagano y lo religioso”, recalcan los habitantes del sector.
El santo sale impoluto de la iglesia, muy tieso y muy majo, pero a medida que recorre las cuadras del barrio su impecabilidad va cambiando. Cuatro horas más tarde, cuando está de vuelta a su nicho, físicamente pareciera no ser el mismo.
“Regresa como cuando llegamos a casa por la madrugada tras una buena parranda… vueltos una piltrafa”, dijo el escritor y cultor Apolinar Castilla.
Detalles de la procesión
Estudiosos dicen que “en San Agatón se alterna y funden las fuertes costumbres del tradicionalismo, enmarcado en el adiós a la carne (carnevale) con el ‘¡guepajé!’, expresión manifiesta de la idiosincracia festiva de la gente Caribe”.
Se dice que con el paso de los años en la procesión de San Agatón lo hereje crece y lo sagrado disminuye. Un debate que durante mucho tiempo se ha dado sin que hayan vencedores y vencidos.
“Aquí se respeta la creencia y la opinión de cada quien”, dijo Anuar Saltarén, un comerciante paisa que año tras año asiste a la procesión.
Apolinar Castilla conceptúa que quizás lo hereje crece “porque hoy hay una especial licencia entre la juventud que en el marco del libre desarrollo de la personalidad, en alto grado no tiene limitantes de sus padres”.
“Disminuye porque la Iglesia no ha tenido un verdadero acercamiento con la identidad de la fiesta”, anotó.
El sacerdote Jesús Orozco afirma que arrojarle harina, licor y bailar frenético ante él “es un irrespeto a la imagen y a la liturgia de la Iglesia”, sin embargo considera que se podría entender como “cosas de la cultura de los pueblos”.
Sacra o pagana, la fiesta de San Agatón en Mamatoco, en el oriente de Santa Marta, es parte del patrimonio oral e intangible del Distrito.
Quién era
Agatón, no fue ni parrandero ni borrachón. Fue papa en el período del año 678 hasta el 681. Su pontificado duró tres años y medio, pero fue decisivo para la Iglesia.
Natural de Palermo (Sicilia), era hijo de familia adinerada y a la muerte de su padre vendió todos los bienes que le tocaron en herencia, distribuyendo el dinero entre los pobres.
Se desconoce el día y año de su nacimiento, pero por el cotejo de fechas de su biografía, se cree que fue un prodigio de longevidad y que murió a los 107 años, por lo que es considerado el pontífice más anciano de la historia.
Consiguió abolir el tributo que exigían los emperadores a los papas en el momento de su elección. Se le atribuyeron numerosos milagros, y se le conoció como Taumaturgo (capacidad de realizar prodigios, fenómenos considerados sobrenaturales o más allá de las capacidades humanas).
*Informe de Agustín Iguarán publicado originalmente en el periódico El Heraldo.