Mientras escribo, Claudia López ataca al INPEC, porque uno de sus “pelaos” de la Primera Línea, un hampón con facha de película de vampiros, transmitía en vivo, desde La Picota, el vandalismo del día; y la veo también regañando policías por no ser contundentes con los vándalos.
“Cerrar aquí, cerrar allá y coger a 20 tipos”, era su instrucción, como si fuera fácil. Así debería ser, porque los policías tienen la atribución del uso legítimo de la fuerza, atribución de papel, y los vándalos lo saben. Si atendieran la instrucción, la misma Claudia los acusaría públicamente -ya lo ha hecho- y los demandaría en la Procuraduría y la CIDH, mientras la izquierda en sus redes los señala de violadores de Derechos Humanos.
Días antes, engañaba a los bogotanos con estadísticas disparatadas, sobre los resultados de diciembre de 2021, cuando, con 87 homicidios, exclamó que había sido el diciembre “más seguro en los últimos 18 años”.
Buscar un diciembre de altos homicidios, como el de 2003, año en que Bogotá, además, sufrió atentados narcoterroristas, como el de El Nogal en febrero, para compararse con el diciembre de 18 años después y afirmar, como si nada, que “logramos bajar en 33 % el homicidio” porque en el de 2003 hubo 150 y en el de 2021 solo 87, es un insulto a la inteligencia, pues hasta las matemáticas le fallaron, porque 63 homicidios menos representan una reducción de 42%.
Claudia puede compararse con diciembre de 2019, con reducción de 23%; con diciembre de 2020, también responsabilidad suya, cuando bajaron solo 8%, o el mes anterior, con dos homicidios menos frente al diciembre en que, según ella, “Nos fue extraordinariamente bien”, algo que no osaría decirle en la cara a las familias de Natalia Castillo y Jonathan Tacuma, asesinados el 25 de diciembre, o a las 85 familias anónimas que hoy lloran a los suyos.
Extremadamente mal le fue durante 2021, que es lo que cuenta, pues la ciudad se rajó en todo, comenzando por un aumento de 12% en hurtos violentos y 7% en homicidios, y según una encuesta reciente, más del 90% de los bogotanos se siente inseguro.
Esa falsa sensación de éxito llevó a López a desconocer la orden del Mindefensa de militarizar el Portal de las Américas y otros focos de vandalismo. Según ella, su plan de seguridad, sin militarización, “lo conoce el ministro… y es lo que se va hacer”, pero yo le creo al ministro cuando afirmó que su propuesta había sido coordinada con la Secretaría de Seguridad de Bogotá.
Me dio grima, eso sí, ver la foto de la declaración oficial de Claudia, con cuatro estatuas de miradas vacías acompañándola, las manos atrás, como en fila del colegio, incluido el Comandante de la Metropolitana.
Bogotá no es solo de los bogotanos; es la capital de la República y su seguridad es asunto de seguridad nacional. Así de sencillo. ¡Adelante ministro!