BERLÍN_ Se dice que el matemático griego Arquímedes estaba en la bañera cuando tuvo su epifanía sobre la teoría de la flotabilidad.
Presumiblemente, fue al ver su propio cuerpo balancearse en el agua lo que desencadenó la idea de que el peso de un objeto se puede determinar midiendo la cantidad de agua que desplaza. “Eureka, Eureka”, gritó antes de saltar de la bañera y correr desnudo por las calles de Siracusa.
Descubrimientos científicos a través de epifanías
A lo largo del tiempo, las epifanías han sido la chispa que ha desencadenado muchos descubrimientos científicos. El más famoso es el de Isaac Newton, que descubrió la ley de la gravedad después de que le cayera una manzana en la cabeza mientras se relajaba debajo de un árbol.
Los sueños también han sido el caldo de cultivo de epifanías sobre descubrimientos científicos. Después de tres días de intensa reflexión, Dimitri Mendeléyev tuvo la idea de la tabla periódica mientras soñaba. Y August Kekulé descubrió la estructura química del benceno mientras soñaba con una serpiente que se comía su propia cola.
Pero no solo el descanso o el relajamiento son fuente de nuevas ideas. Caminar y viajar también son momentos en los que se producen epifanías. «En 1905, mientras viajaba en un tranvía en Berna (Suiza), se desató una tormenta en la mente de Albert Einstein que lo llevó a la teoría de la relatividad.
¿Pensar y relajarse crean automáticamente epifanías?
Lo más evidente de estos descubrimientos es que todos tuvieron lugar mientras los científicos no estaban trabajando. Según las teorías psicológicas, la mente necesita periodos de relajación para que fluya la creatividad. Pero, por supuesto, no es tan sencillo como dar un paseo para hacer el descubrimiento del siglo. Hay otro factor importante en juego: el trabajo duro y la reflexión profunda.
Todas las epifanías mencionadas se produjeron tras largos periodos de intenso trabajo sobre el tema. Arquímedes llevaba días rompiéndose el cerebro para calcular la cantidad de oro de la corona del rey Heiro. Por su parte, Kekulé estaba durmiendo la siesta en su mesa de trabajo después de un día especialmente agotador, cuando soñó con la estructura del benceno, conocida como ouroboros.
No existe una fórmula secreta para inducir epifanías (que sepamos), pero la combinación de trabajo duro y relajación parece ser un tema recurrente.
El aburrimiento no es fuente de nuevas ideas
Sin embargo, las investigaciones sugieren que no todos los métodos de relajación son fuente de ideas. Según un estudio realizado en 2022, las mejores tareas para generar nuevos pensamientos son aquellas que son atractivas, pero no aburridas: cosas como caminar, ducharse o tejer, en lugar de ver un video aburrido o navegar por las redes sociales.
Los expertos dicen que ese tipo de actividades ayudan a la mente a divagar y a que fluyan las asociaciones libres de ideas. Lo mismo ocurre con los paseos, de los que Aristóteles, William Wordsworth y Friedrich Nietzsche dijeron que eran el mejor momento para pensar.
Las epifanías no son solo descubrimientos científicos. Todos tenemos momentos de luz e ideas sobre nuestra propia vida de vez en cuando, y ocurren de forma muy parecida a la de estos grandes pensadores.
Podemos estar en el supermercado o en la ducha y, de repente, se nos viene una idea a la mente. Los psicólogos como Carl G. Jung tienen una explicación para esto. Jung describió las epifanías como momentos de comunicación entre el inconsciente y el consciente.
Las epifanías, según Jung, son lo «conocido no pensado». En otras palabras, son cosas que residen en lo más profundo de nuestro subconsciente en las que no hemos pensado conscientemente antes. Las epifanías, agrega, son raros momentos en los que la mente inconsciente irrumpe en la conciencia.
*Informe de DW