SANTA MARTA_ Desde Ati Gumake, comunidad indígena arhuaca ubicada cerca de la cuenca del río Palomino-La Guajira, con caminos de tierra y piedra, a unas diez horas aproximadas de la ciudad de Santa Marta, llega Marcela Torres Villafañe a la Universidad del Magdalena para iniciar una nueva historia en su vida como la mujer de su comunidad que sueña con defender los derechos de su gente.
En su primer día de clases en el Programa de Derecho y con la expectativa de adquirir todo el conocimiento jurídico posible, Marcela ya tiene claro su propósito y es especializarse en la resolución de conflictos.
Ha visto de cerca y escuchado historias a lo largo de su vida de cómo la violencia ha marcado a su pueblo. Sueña con convertirse en una abogada que comprenda las leyes escritas en los códigos, en “entender la modernidad y también acoplarnos en una actualidad diferente a lo que antes vivíamos para seguir conservando nuestra cultura”, dijo.
Es una persona bastante analítica y cree que se pueden “resolver problemas de una manera que siempre sea en forma de diálogo”. Siente que tiene una vocación con la carrera y también tiene familiares hombres que han estudiado el derecho que le han enseñado cómo acoplarse.
Hoy inicia su viaje hacia la educación superior. Se retó en dejar su hogar temporalmente para adentrarse en un mundo distinto, un lugar como la Alma Mater que lucha por cerrar brechas y que trabaja en la inclusión educativa de los pueblos indígenas. Para ella ha sido muy agradable la acogida.
Su caso es uno de los muchos ejemplos de resiliencia, compromiso y del impacto que puede generar el acceso a la academia en territorios históricamente marginados. Ella espera convertirse en inspiración para más jóvenes indígenas que buscan oportunidades de formación y así contribuir al desarrollo de sus comunidades desde el conocimiento y la justicia.
Cada regreso a Ati Gumake será un reencuentro con sus raíces y desde la distancia sus familiares confían en que Marcela Torres Villafañe, volverá no solo con títulos y conocimientos, sino con herramientas para fortalecer y buscar el beneficio de su gente.
Esta historia se suma a los logros por los que UNIMAGDALENA en cabeza de su rector, Pablo Vera Salazar Ph.D., ha trabajado incansablemente, demostrando que el conocimiento y la tradición no están en conflicto, sino que pueden caminar juntos, construyendo un puente entre dos mundos.
“Gracias a Dios pude entrar este año y me parece muy hermoso porque puedo acoplarme a una carrera que siempre he soñado en ejercerla. De verdad que no sabe lo maravilloso que está haciendo por los indígenas, que muchos tenemos sueños por cumplir y es hermoso sentirse amado así no seas parte de aquel lugar”, expresó en agradecimiento al Máximo directivo.