La pandemia por el coronavirus SARS-CoV-2 sigue ocupando titulares en el mundo y ha iniciado su tercer año, generando cada día nuevos casos de contagio y fallecimientos. Sin embargo, esta situación derivada del hecho que el virus sigue presente, circulando, activo, mutando, enfermando a la gente y también matándola, ha hecho que pasen a un segundo plano situaciones también muy graves y que el mundo no puede desconocer ni mucho menos puede dejar de intentar controlarlas.
Existe una circunstancia muy grave y que también está relacionada con un factor generador de infecciones en la humanidad y que sólo en el año 2019 causó en el mundo un total de 1,27 millones de decesos, cifra incluso de mucho mayor mortalidad comparativa a la generada en ese año por el SIDA (860 mil fallecidos) y la malaria (640 mil fallecidos).
Es prácticamente una pandemia oculta tras la actual pandemia por el coronavirus y que debe ser motivo de consideración obligada por parte de todos los actores intervinientes en los sistemas de salud en el mundo. Precisamente ese es el tema que aborda en reciente edición The Lancet en su artículo denominado “Global burden of bacterial antimicrobial resistance in 2019: a systematic analysis” (titulado en español como “Carga global de resistencia bacteriana a los antimicrobianos en 2019: un análisis sistemático”) y que constituye el mayor análisis que se haya hecho en la investigación médica mundial sobre el comportamiento de lo que se han denominado “las superbacterias resistentes a los antibióticos”, y que como se mencionó, solo en el año 2019 generó 1,27 millones de muertes en el mundo.
La investigación, realizada con los datos consolidados en 204 países, financiada entre otros aportantes por la Fundación Bill y Melinda Gates, además de Wellcome Trust entre otros, generó una conclusión que motiva la preocupación mundial: las citadas superbacterias, resistentes a los antibióticos, son una de las mayores causas de muertes en todo el mundo. Básicamente el problema consiste en que lo que antes solo eran unas infecciones bacterianas comunes tratables con el arsenal antibiótico existente, especialmente relacionadas con vías respiratorias y circulación sanguínea, hoy no están cediendo a los antibióticos administrados y están provocando cientos de miles de fallecimientos por todo el mundo.
Así las cosas, bacterias que antes eran sensibles a los antibióticos utilizados para combatir las infecciones causadas por ellas, hoy se han vuelto resistentes a dichos tratamientos y tiene al mundo médico en grandes dificultades ante esta situación amenazante y peligrosa.
Esta pandemia oculta, la que es causada por estas superbacterias, técnicamente se conoce como la resistencia a los antimicrobianos (RAM), es un nuevo frente de preocupación para la salud de la humanidad en todos los países de todos los continentes pues está presente en todos los sitios, así lo muestra el análisis realizado en la investigación en esos 204 países.
La RAM tiene efectos en la incidencia, las muertes, la duración de la estancia de una persona hospitalizada, así como también en los costos de la atención médica tanto de pacientes hospitalizados como los que están en manejo ambulatorio. De igual forma, el estudio demostró que la RAM está siendo un problema de primerísimo orden en dos clases de antibióticos que venían siendo referenciados como primeras opciones para infecciones bacterianas graves: las fluoroquinolonas y los antibióticos betalactámicos.
Lo más grave es que si esta realidad no se interviene cuanto antes como una política mundial estructurada en el uso de los antibióticos, con las cifras derivadas del estudio los expertos estiman que 10 millones de personas morirán por RAM para 2050, lo que indica la prioridad que debe ser para el mundo la búsqueda y estructuración de esa política que logre impedir el efecto mortal que está teniendo hoy esa resistencia de las superbacterias y que seguramente tendrá en el futuro con esa mortalidad que se proyecta.
En ese orden de ideas, definitivamente la pandemia por Covid-19 ha sido un factor que ha empeorado esta problemática y en muchas ocasiones, la dinámica misma de la atención de la pandemia ha hecho que este tipo de amenazas potencial y realmente mortales como la RAM, no sean tenidas en cuenta y hasta salgan del imaginario de las prioridades en salud pública de quienes deben tomar decisiones y generar acciones para tratar de limitar cuanto antes esta causa de cientos de miles de muertes cada año.
Por ello, la pandemia por Covid-19 en nada ha beneficiado el control de la RAM en el mundo y antes por el contrario ha permitido que se constituya en la pandemia oculta que se invisibiliza de los medios periodísticos del mundo y hasta de las autoridades de salud, pero que se está potenciando hasta constituirse en el peligro que The Lancet está divulgando. En ciertos países como España, que venían tratando de abordar esta problemática incentivando no abusar en el uso de los antibióticos para contrarrestar la RAM, venían con una tendencia decreciente en el consumo de estos medicamentos pero dicha tendencia se rompió en la primera ola de la pandemia en marzo del 2020, hace ya casi 2 años.
Es así como en España, el Plan Nacional frente a la Resistencia a los Antibióticos (PRAN), informa que en marzo del 2020 se produjo una “importante subida” (cerca al 40%), en el uso de los tratamientos antibióticos en los hospitales pues en ese momento fue cuando existió la mayor incertidumbre diagnóstica ante el comportamiento del coronavirus en las personas contagiadas, lo que muestra que esta pandemia por Covid de una u otra forma ayudó a disparar la otra pandemia, la de la RAM. La misma Organización Mundial de la Salud (OMS) ya en el 2020 había advertido que el abuso de los antibióticos durante la pandemia iba a ser un factor que incrementaría el desarrollo de bacterias resistentes a tratamientos antibióticos futuros, lo que finalmente ocurrió: se fortalecieron las superbacterias con RAM y con ellas aumentaron en el mundo el número de muertes por este grave problema de salud pública.
Como se puede ver, la problemática de la RAM no es inventada, es real y está causando cientos de miles de muertos en todo el mundo, por lo que deben generarse acciones inmediatas para frenar su avance y “minimizar las pérdidas” que esta pandemia oculta está causando. Son varios los frentes de trabajo que deben adelantarse y que deben incluir la optimización del uso de los antibióticos hoy existentes y disponibles, además de desarrollar el monitoreo y control de las infecciones, proporcionando más fondos para el desarrollo de nuevos antibióticos y por tanto, nuevos tratamientos.
Los que son tomadores de decisiones de políticas públicas en los países deben asumir este como un reto de atención prioritaria para abordar la RAM de manera inmediata y atender de la mejor manera el desafío del acceso deficiente a antibiótico efectivos y además, asequibles.
Vuelve a ser vigente la perspectiva que alguna vez comentamos en esta columna hace unos meses, la de One Health o única salud, en la que se combaten simultáneamente las mismas enfermedades en salud humana y sanidad animal, procurando así la prevención de futuras y nuevas epidemias. Mientras tanto, lo que no puede ocurrir es que la actual pandemia por Covid siga ocultando la otra pandemia que está galopando y también matando gente: la resistencia a los antimicrobianos (RAM) por parte de las superbacterias.