SANTA MARTA_ El reciente lanzamiento del proyecto de recuperación del Río Manzanares, en Santa Marta, por parte de Corpamag, acto realizado en la Universidad del Magdalena, generó sentido de pertenecia ciudadana y afloró añoranzas en el samario raizal.
El insistente llamado que las entidades y autoridades ambientales hicieron para la toma de conciencia y cultura en defensa del río, fue acompañado de las narraciones de samarios que rememoraron con nostalgia historias pasadas vividas en el afluente, cuando sus aguas no eran turbias, ni malolientes.
Todos tienen en su imaginario que tras la limpieza del cauce, la corriente del Manzanares vuelva a tener la velocidad de otrora, que los peces se reproduzcan y que los jóvenes nuevamente se bañen en sus aguas.
RELATOS
Remóntandose a la edad de los 8 años, cuando vivía en la Hacienda El Mayor, propiedad de su familia, el director de Corpamag, Carlos Francisco Diazgranados Martínez, rememoró los momentos de felicidad que vivió en el río. Emocionado comentó:
«Teníamos la oportunidad de bañarnos allí, eran aguas que no solo bajaban limpias, sino muy frías, las que descendían de la Sierra Nevada; y en invierno, desde el puente del Mayor, nos lanzábamos a ellas. Con mi padre pescábamos langostinos…¡eso se ha perdido!», comentó.
Jean Linero Cueto, Vicerrector de Extensión y Proyección Social de la Universidad del Magdalena – entidad que opera como interventora en el trabajo a ejecutar – no olvida sus osadías a escondidas de Rogelio y Claribel, sus padres:
«Estudiaba en la Normal de Varones y en los ratos libres, cuando nos quedabamos sin clases y salíamos temprano, con algunos compañeros, nos íbamos al Curval, en Bonda, nos bañábamos y cogiamos camarones», relató Alcira Sierra Flórez la longeva vicepresidenta de Timayuí, un barrio del oriente de Santa Marta, con el río como vecino:
«Cuando nosotros llegamos a esta comunidad, el Manzanares era limpio; hasta se pescaba, pero a medida que pasaron los años se produjo una contaminación ambiental terrible».
Omar García, un joven líder comunal dijo que la comunidad recibe este proyecto con alegría, entusiasmo y esperanza. Sin embargo, con un dejo de lamento sostiene:
«Ha sido un lugar olvidado, pero esperamos algún día verlo como lo que nuestros abuelos vieron. Tristemente muchos nacimos con un río contaminado».
Otros dirigentes comunales como Nelda Elías, del barrio La Tenería, Edilfonso Orozco, presidente de la veeduría ciudadana de Santa Marta y el ambientalista Salvador Valdeblánquez, añoran el río Manzanares de ayer, pero son conscientes que para verlo así «hay que fortalecer o transformar la cultura ambiental de los samarios y habitantes de la ribera».
LA OBRA
El proyecto de recuperación del río Manzanares tiene como componente obras que no solo buscan defenderlo ambientalmente, sino también que contribuyan a mitigar los riesgos de inundación en época de invierno, pero también a que se convierta en un espacio para la recreación.
Por eso como primer paso a la solución está la limpieza de 16 kilómetros lineales, en dos secciones:
La primera, a lo largo de 15.649 metros comprendidos entre la desembocadura, las carreras cuarta y quinta, hasta el corregimiento de Bonda.
La segunda, a lo largo de 360 metros, entre las carreras 4 y 5.
«Con esta limpieza buscamos remover todo el residuo sólido depositado en el rio, que impide que el agua corra naturalmente, y llevar lo extraído a una cantera autorizada.
Paralelo a ello se construirá un Parque Lineal en la calle 30 con carrera 4 y se intervendrá La Quebrada Japón en 3,192 metros.
El costo global del proyecto es de $54 mil millones, aproximadamente.
EL RÍO
La cuenca del Río Manzanares se localiza en la vertiente noroccidental de la Sierra Nevada de Santa Marta y nace en la Cuchilla de San Lorenzo, a una altura de 2 mil metros sobre el nivel del mar.
Desemboca en la playa Los Cocos, al costado sur de la bahía local, en los línderos con la Primera División del Ejército.
Efectos como la pérdida de capacidad hidráulica, la invasión de la ronda hídrica, la alta sedimentación en el cauce, el aumento de residuos sólidos, la tala y las quemas, han hecho que 16 mil metros lineales del rio presenten deterioro hídrico y ambiental, provocando una interrupción de su conexión con el mar Caribe, afectando la biodiversidad y provocando inundaciones.
*Informe del periodista Agustín Iguarán publicado originalmente en El Heraldo.