La Universidad del Magdalena se ha convertido en un interesante contexto arqueológico que bajo lugares como su granja y en las inmediaciones de la cancha de fútbol, alberga piezas Tayrona fabricadas, al parecer, entre los años 1.200 y 1.500 después de Cristo.
En el Magdalena, cuna de las culturas Neguaje (200 a 900 d.C aproximadamente) y Tayrona (900 a 1600 d.C aproximadamente), la conexión entre el pasado precolombino y las sociedades actuales está ligada a la presencia de los grupos étnicos, entre ellos los Kogui, Wiwa y Arhuacos; por la arquitectura ancestral oculta en la espesura de la Sierra Nevada de Santa Marta y por el ecoturismo en el Parque Nacional Natural Tayrona.
Sin embargo, ese puente entre pasado y presente trasciende lo evidente a la vista y oculta, bajo el subsuelo de casi toda la región, restos de actividad humana claves para comprender la organización y el pensamiento de las sociedades que poblaron el territorio mucho antes de que fuera occidentalizado a la fuerza a inicios del siglo XVI.
Es por esto que como lo demanda el Instituto Colombiano de Antropología e Historia (ICANH) y en cumplimento de dichos decretos, desde 2020 esta Casa de Estudios Superiores caracteriza los bienes arqueológicos de su campus dentro de un programa de arqueología preventiva y los convierte en insumo de investigación para los trabajos de grado (Resolución 441 del 23 de junio del 2020).
Entre los años 2000 y 2004, cerca de 1.534 de restos le fueron entregadas en custodia al Programa de Antropología y desde 2021 constituyen formalmente la Colección Científica de Arqueología de la Universidad.
A esta se suman otras piezas halladas en cincuenta cajas pertenecientes al reconocido arqueólogo colombo-austríaco Gerardo Reichel-Dolmatoff y que proceden de sus investigaciones en Pueblito Chairama en los años cincuenta; los hallazgos arqueológicos del campus universitario y piezas derivadas de investigaciones de docentes y estudiantes en el Congo, una vereda de la Sierra Nevada de Santa Marta con cerca de 600 terrazas de tecnología lítica, similares a las de Ciudad Perdida.
“El material arqueológico habla de la reinterpretación que los sujetos hacen de su entorno. En el periodo Tayrona un ejemplo de ello son algunas figuras femeninas y masculinas asociadas a animales como el murciélago, el jaguar o la serpiente. Gran parte de estas piezas varían en muchos aspectos, no solo en su manufactura, sino en las representaciones que contienen, pues algunas son zoomorfas (figuras de animales) y otras, antropomorfas (figuras humanas)”, explica María Fernanda Mozo, arqueóloga de Unimagdalena que acompaña al profesor Wilhem Londoño, curador de la Colección Científica de Arqueología.
La académica añade que la tenencia de las 1.534 piezas cerámicas de la colección se formalizó ante el ICANH mediante un protocolo que implicó describir las características del material, la justificación de por qué la universidad quería preservarlo y la explicación de las tareas que emprenderá para lograrlo.
“Lo que hoy se conoce como la colección, en la universidad ha sido la base de diversas investigaciones y de tesis de grado de estudiantes que desde hace años buscan, por ejemplo, relacionar la materialidad con los tipos de pensamiento de otras épocas”, recuerda María Fernanda.
Museo Arqueológico Virtual Kuzagüina
Si bien la colección científica es el insumo de la docencia y la investigación en el Programa de Antropología, incluido un semillero regentado por los profesores Rafael Galindo y Juan Carlos Vargas, al que pertenecen 23 estudiantes y del que derivarán varias tesis de grado, los académicos son conscientes del potencial de las piezas arqueológicas para entablar un diálogo con las comunidades actuales a través de iniciativas de apropiación social del conocimiento.
Linda Varcalcel, egresada del programa, dentro de su trabajo de grado clasificó las 1.534 piezas de la colección y las organizó por estantes, niveles y posiciones, según el protocolo del ICANH, adicionalmente formuló una serie de medidas de conservación preventiva. A partir de ese diagnóstico, un grupo interdisciplinar de profesionales decidieron dar un paso adicional y disponerlas en internet a través del Museo Arqueológico Virtual Kuzagüina (qué significa pasado), proyecto financiado con recursos de la Vicerrectoría de Investigación de Unimagdalena y apoyado por la Fundación Patrimonio Mixto y la Corporación Cultural Marabuntas.
Dentro del museo virtual contaremos con piezas Tayrona, Tamalameque (del valle del río Magdalena) y Malambo (el material mas más antiguo con el que cuenta la colección científica). Cada sala tendrá una temática específica, que permite establecer un vínculo con las comunidades actuales, en la Tamalameque los rituales funerarios a través de urnas y en la Malambo se aborda las representaciones de la fauna características de ese periodo de ocupación.
El museo virtual estará equipado con una experiencia de visualización 3D, tanto de las piezas como de la recreación de escenas, adicionalmente contará con fotografías de alta calidad y recursos gráficos como un visor cartográfico que les permitirá a los magdalenenses, al resto de los colombianos y del mundo conocer los vestigios arqueológicos que aún nos hablan de la alfarería precolombina de la región Caribe.
Adicionalmente, con la intención de que las comunidades puedan comprender a través de talleres los detalles de una cerámica milenaria que se inspira en la actividad humana (antropomorfa) y en la de los animales (zoomorfos), el museo se asociará con la artista alfarera
El museo arqueológico virtual kuzagüina es una realidad. Entre tanto, los proyectos de apropiación social del conocimiento y las investigaciones derivadas de él e inspiradas en la Colección Científica de Arqueología continúan su curso para hallar elementos que le permitan a la sociedad magdalenense comprender la historia milenaria que guarda su territorio bajo tierra.