SANTA MARTA_ Los intensos calores del verano han reducido los niveles del agua en los ríos europeos a extremos no vistos desde hace años. Algunas de las principales vías fluviales, como el Rin, el Danubio o el Po, registran niveles críticos, que ponen en peligro la agricultura, el comercio, los ecosistemas y el agua potable. El Observatorio Europeo de la Sequía ha reportado que en casi el 50 por ciento del continente hay alertas por este motivo.
Los bajos niveles de agua no solo son perjudiciales para los seres humanos, sino también para los propios ríos, y para la vida silvestre que depende de ellos.
El hábitat de la flora y la fauna se restringe, dice a DW José Pablo Murillo, del Instituto Internacional del Agua, de Estocolmo. La calidad del agua empeora y los ecosistemas sufren una disrupción, explica el experto.
Sube la temperatura del agua
Las variaciones de temperatura y niveles del agua más allá de los límites normales pueden «incrementar rápidamente el riesgo de cambios drásticos en las condiciones de ecosistemas fluviales y lacustres”, indica Murillo.
«Los daños no se limitan solo a los ríos, sino que pueden extenderse a ecosistemas adyacentes que dependen de los suministros que les provee el río, como agua potable, alimentos, irrigación y nutrientes”, agrega.
Un agua más cálida es un medio favorable para las bacterias y otras sustancias contaminantes. También rompe el delicado equilibrio en ecosistemas hídricos.
«La temperatura es crucial para los ecosistemas acuáticos e influye en la química del agua”, señala. «Cuando la temperatura sube, el agua tiene menos oxígeno disuelto». Y sin ese oxígeno, las plantas y animales acuáticos tienen más dificultades para sobrevivir.
Murillo explica que la disminución de los niveles de oxígeno y el aumento de la contaminación por nutrientes pueden acabar estimulando el crecimiento de las algas de agua dulce, un proceso llamado «eutrofización».
«Estos problemas pueden reforzarse mutuamente», afirma. «Por ejemplo, una mayor concentración de nutrientes puede dar lugar a floraciones de algas que disminuyan los niveles de oxígeno. Esto puede provocar la muerte de la biota, lo que aumenta la carga de nutrientes, y así sucesivamente».
¿Cómo ayudar a ríos y lagos a recuperarse?
Los científicos advierten que debemos reducir las emisiones que alteran el clima para abordar las causas fundamentales de la sequía y el calor extremo. Sin embargo, hay algunas cosas más inmediatas que es posible hacer para proteger los lagos y ríos.
Una forma de evitar que los ríos se sobrecalienten es asegurarse de que tengan sombra. A lo largo de la última década, una iniciativa británica llamada Keeping Rivers Cool ha plantado más de 300.000 árboles a lo largo de las orillas de los ríos y arroyos de todo el país.
Estos árboles proporcionan sombra y hacen que las temperaturas de los ríos pequeños bajen, en promedio, entre 2 y 4 grados centígrados. En un sitio de demostración en el río Ribble se registraron zonas sombreadas que eran hasta 6 grados más frescas en los días calurosos.
Los árboles también proporcionan un hábitat para especies vegetales y animales autóctonas, evitan la erosión y filtran los sedimentos y la contaminación antes de que lleguen al agua.
Por otra parte, los ríos cuyo curso ha sido modificado son menos resilientes ante el calentamiento global y no están en condiciones de retener el agua en caso de sequías o desbordes. Restablecer sus condiciones y cursos naturales sería una solución.
Esta es una tarea importante para Europa. Según datos de 2020, el continente alberga al menos 1,2 millones de barreras que fragmentan ríos y arroyos.
*Informe de DW